En el lugar que ocupa el castillo y su entorno ya se ubicó
un poblado durante la Edad del Hierro y posteriormente se sucedieron
ocupaciones en época prerromana y romana hasta la Edad Media. El antiguo
Castrum Coviacense es conocido desde el siglo IX como Castrum Coyanca o
Coianca.
En 1180 el rey Fernando II reorganizó la nueva villa, que a
partir de ese momento se denominaría Valencia. En esa época comienzan las obras
de una cerca urbana y un nuevo castillo. En 1387 el infante Juan de Portugal
recibe la villa de Valencia, con el título de duque. La hereda su hija María de
Portugal y Enríquez, quien se casa con Martín Vázquez de Acuña, noble portugués
exiliado en Castilla, titulándose Condes de Valencia de don Juan. Desde
entonces, la Casa de Acuña detenta el poder del castillo y su villa.
Las reformas del viejo castillo comenzaron con Juan de
Portugal, continuaron con su hija María y posteriormente, Pedro de Acuña y
Portugal, Juan de Acuña y Teresa Enríquez, realizaron nuevas obras en el
castillo entre 1465 y 1470. Durante la Guerra de Sucesión Castellana, la
fortificación estuvo asediada en 1475 y en este enfrentamiento murió Juan de
Acuña precipitado desde una de las ventanas del castillo. Enrique Acuña realizó
las últimas obras en 1484, con el remate de las torres y la barrera del foso
exterior. Sobre los restos de una estructura anterior se levantó la imponente
torre del homenaje.
El castillo fue abandonado a mediados del siglo XVI y su
desmoronamiento se inició en el XVII, desapareciendo sus bóvedas, forjados y
cubiertas, además de las yeserías mudéjares que decoraban el interior de sus
muros. Coyanza es el nombre antiguo de Valencia de don Juan.
Está formado por un foso, un antemuro y la gran muralla
almenada con torres de triples cubos. Al sur se alza la torre del homenaje. Se
conservan algunos tramos de la muralla que rodeaba la villa.
El recinto está conservado y restaurado parcialmente. En el
siglo XX el castillo fue restaurado en varias ocasiones y finalmente, en 2004,
se restauró y reconstruyó la Torre del homenaje y el segundo arco de entrada. Desde 1920 pertenece al Instituto Valencia de
don Juan y desde 2008 alberga el Museo del Castillo de Valencia de don Juan,
ubicado en el interior de la Torre del homenaje y distribuido en tres plantas
en las que se realiza un recorrido cronológico de los hechos más importantes de
la historia de la villa y de su castillo.
Fue declarado Monumento Nacional por el Decreto del 3 de
junio de 1931. Está bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto
de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
El castillo se encuentra en el extremo de la localidad de
Montealegre de Campos sobre las lomas del límite de los Montes Torozos,
dominando el extenso paisaje de la Tierra de Campos, vallisoletana. Desde la
atalaya de sus almenas o adarves se divisan sin ninguna dificultad los
castillos de Ampudia, Torremormojón, Belmonte.
Las primeras menciones al castillo datan de 967. En 1219 la
Orden de San Juan de Jerusalén concede fuero a la villa y 6 años más tarde
Sancho IV la entrega a don Alfonso de Meneses quien construyó el castillo para
la defensa de sus propiedades territoriales y que sustituyó al de Villalba de
los Alcores como fortaleza principal de esta familia. Este inmenso castillo, de
altos muros y torres nunca fue conquistado por las armas. Es una de las
fortificaciones medievales más impresionantes de la provincia y su particular
fisonomía sirvió como modelo para otros edificios posteriores.
Su planta, casi cuadrada, se articula en torno a un patio,
en cuyas esquinas se alzan 4 torreones, tres rectangulares y una esbelta torre
del homenaje pentagonal que se orienta hacia la llanura a lo largo de sus casi
20 m de altura; a través de un arco apuntado se accede a una sala cubierta con
bóvedas de cañón que se apoyan sobre arcos apuntados que descargan en un pilar
central. En el medio de cada lienzo de muralla existe un cubo cilíndrico. Según
las crónicas tuvo barreras ante sus muros y un puente levadizo que salvaba el
foso existente ante la puerta principal.
En 1908 los señores Lucinio del Corral Flórez y Florencio
Alonso compran el castillo a la condesa de Añover de Tormes con objeto de
vender la piedra al Estado para la construcción del ferrocarril aunque
finalmente dicho proyecto no se llevará a cabo y la fortaleza permanecerá
intacta. En los años 60 se rodó parte de la película "El Cid" con
Charlton Heston.
Su estado actual es completo y restaurado por fuera. Es de
titularidad municipal y alberga un Centro de Interpretación del Medievo. Se
encuentra bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de
abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Este castillo es un ejemplo único de palacio-fortaleza de la
arquitectura militar castellano-leonesa. Existen varias teorías sobre su
origen, algunos historiadores lo atribuyen a la Orden del Temple y otros a la
Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén. Otra posibilidad es la esgrimida
por Cobos y Castro donde propone como constructor a don Alfonso Téllez de
Meneses, a principios del siglo XIII.
Lo que es seguro es que ya existe desde 1217 donde se cita
en las luchas civiles entre los partidarios de don Álvaro de Luna y los de doña
Berenguela. Un siglo más tarde lo regentan Juan Alfonso de Alburquerque y su
esposa de Isabel de Meneses y participan en una revuelta nobiliaria contra el
rey Pedro I quien finalmente conquista los castillos de Cea, Grajal, Ampudia y
Villalba. En 1465 la fortaleza pasa a poder de la influyente Inés de Guzmán,
marquesa de Villalba y viuda del poderoso don Alfonso de Vivero, quien se
alinea con Enrique IV en su pugna con su hermano Alfonso, más tarde lo hará con
el bando de la infanta Isabel lo que aprovecha el conde de Benavente para
asediar la fortaleza que es finalmente entregad por doña Inés tras 118 días de
asedio.
El conde de Benavente realizó obras en las defensas entre
1472 y 1474. En 1475, durante un breve espacio de tiempo la fortaleza
permanecerá en poder de las tropas portuguesas que apoyaban a la Beltraneja en
su lucha con Isabel la Católica. En 1500 la villa vuelve a María de Tovar, hija
de Inés de Guzmán, tras un largo litigio con el Consejo Real. En 1522, María de
Tovar y su esposo vendieron Villalba a su hijo Pedro Fernández de Velasco.
Entre sus murallas estuvieron los Delfines de Francia tras la batalla de Pavía.
A partir de este momento comienza el proceso de abandona y ruina progresiva. Hasta
finales del siglo XVI fue propiedad de los condes de Osorno, pasando luego a
propiedad de los condes de Castilnovo que detentarán los derechos señoriales
sobre la villa hasta su abolición en 1811. En 1862 el conde de Castilnovo vende
las ruinas del castillo y lo que queda de las murallas de la villa a don
Cipriano Rivas, Encargado del Despacho de la Secretaría de Cámara y de la Real
Estampilla de Isabel II. En 1929, Dolores Rivas Cheriff, hija de los
propietarios, se casa con Manuel Azaña Díaz, futuro presidente de la República
Española.
El castillo fue declarado Monumento Histórico Nacional en
1931 y en 1985 Bien de Interés Cultural.
El castillo se alza en pleno corazón de la Tierra de Campos,
en un extremo de la localidad de Ampudia, adosado interiormente al antiguo
recinto amurallado del que quedan vestigios en las proximidades al mismo.
Fue construido en el siglo XI sobre las ruinas de un lujoso
alcázar, y fue amurallado a finales de ese mismo siglo. En 1188 Alfonso VIII
incluyó la villa en la dote de su hija Berenguela, perteneciendo durante el
siglo XIII a las reinas doña Beatriz de Suavia y doña Violante. En 1296 se
encuentra bajo el dominio del infante don Juan, sublevado contra Fernando IV.
Este ofrece la villa a la ciudad de Palencia, si consigue tomarla, cosa que no
consigue, al permanecer en poder de Juan Núñez de Lara, aliado del infante
rebelde. En diciembre de 1297, tras un asedio de cuatro días y ante la
inminente llegada de la reina doña María de Molina, madre del rey, Juan Núñez
escapa a Torrelobatón. Dos años más tarde entrega a la corona, a cambio de su
libertad, la villa fortificada.
En 1354 la villa fue conquistada por el rey Pedro I, quién la
cedió a su favorito Juan Alfonso de Albuquerque. A la muerte de Pedro I pasa a
manos del infante don Sancho, hermano del rey Enrique II. A principios del
siglo XV el obispo de Palencia, Sancho de Rojas, donó la villa a su sobrino
Pedro García de Herrera, quien, en 1419, consiguió de Juan II privilegio para
instituir mayorazgo con la villa. A su muerte, en 1455, le sucedió su hijo
García López de Ayala, casado con María Sarmiento, quienes construyen la parte
principal del actual castillo entre 1461 y 1488. Les sucede en 1485 su hijo,
Pedro Ayala y Rojas, conde de Salvatierra, quien toma el castillo por la fuerza
a su madre. Durante la guerra de las comunidades el castillo fue tomado por los
realistas y posteriormente los comuneros, al mando de Padilla y el obispo
Acuña, tras cuatro días de asedio,
consiguieron reconquistar la fortaleza. Derrotados los comuneros, en 1522 el
rey Carlos I confiscó el castillo y en 1525 fue vendido al hijo del conde
rebelde por veinte mil ducados. En 1528 la fortaleza fue reformada para alojar
en ella a los Delfines de Francia, prisioneros del emperador don Carlos, tras
la batalla de Pavía. Durante la guerra de la independencia los franceses, al
mando del mariscal Bessieres, ocuparon la villa y el castillo. En 1834 se extrajeron
piedras del castillo para construir el cementerio.
Su planta escuadrada, de 35 metros de lado. Cuenta con
almenas a ambos lados, y en sus extremos se levantan la torre del homenaje, de
gran altura y tamaño, y la torre de Malpique, desaparecida a principios del
siglo pasado como consecuencia de un rayo. Las otras dos esquinas están
protegidas por sendas torres de planta cuadrada, en las que unas molduras
marcan sus distintos niveles. Las ventanas tienen arcos geminados. Todo el
recinto presenta almenas y cinco garitones. La torre del homenaje es mucho más
sobria y la entrada se realiza a la altura de la primera planta, actualmente
por medio de una escalera de caracol externa, aunque inicialmente se accedía a
ella por medio de una pasarela. En la fachada que da al pueblo se localiza la
puerta principal del recinto interior formada por grandes dovelas bajo el
escudo del duque de Lerma y protegida por dos hermosas garitas.
El recinto interior tiene adosado un edificio con tres alas
en torno a un patio porticado formado por arcos rebajados que se apoyan en
columnas octogonales. Estas dependencias palaciegas cuentan con bellos
artesonados de madera y las puertas y ventanas de los salones se han decorado
con adornos góticos. En la planta baja se pueden apreciar las dependencias
correspondientes a las caballerizas, la cocina, el cuerpo de guardia y
almacenes. Una barrera externa con cubos circulares rodea al castillo en los
tres frentes internos a la villa. A la puerta principal se accedía por medio de
un puente levadizo, ahora reconstruido. El conde de Salvatierra ordenó su
construcción en 1538 para salvar el foso que rodeaba la barrera.
El castillo fue abandonado después de la invasión francesa,
y en 1960 lo adquirió Eugenio Fontaneda, quien lo restauró y convirtió sus
salas en un interesante museo en el que se puede contemplar una de las más
importantes colecciones privadas de arte antiguo de España, con muebles y
decoración de la época. Actualmente es propiedad de la familia Fontaneda y se
emplea como museo y vivienda.
Fue declarado Monumento Nacional En 1931. Se encuentra bajo
la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y
la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
El castillo se ubica en un ligero altozano a las afueras de
la localidad de Trigueros del Valle. Fue reconstruido en el siglo XV, pero su
origen es anterior. En 1453 pertenecía a don Gutierre de Robles y María de
Guevara, señores de Valdetrigueros. Sus descendientes no fueron favorables a la
población de la villa y esto causó que los habitantes pidieran protección al
rey. Así, en 1521, durante la Guerra de las Comunidades, los vecinos del pueblo
asaltaron el castillo y lo dañaron parcialmente.
Consta de dos recintos fortificados, el primero constituido
por una muralla flanqueada por cuatro torreones. La torre del homenaje se
encuentra en el segundo recinto. El castillo posee abundantes subterráneos.
Actualmente se encuentra en estado de ruina, aunque en 2003
se acometieron labores de restauración y se recuperó la torre del homenaje. Es
propiedad del Ayuntamiento de Trigueros del Valle y se encuentra bajo la
protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la
Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
El castillo de Villafuerte es un típico castillo señorial castellano.
Fue construido en el siglo XV y perteneció a Garci Franco de Toledo, noble
descendiente de judíos toledanos conversos, contador del reino y participante
en las intrigas palaciegas de finales del siglo XV junto al conde de Benavente.
Don Garci Franco hereda la villa de su padre y manda
construir el castillo entre 1464 y 1480, que blasona con su escudo y con el de
su esposa María de Sarabia. Es probable que el arquitecto del edificio fuera
García de Labe, el mismo del castillo de Portillo, con el que tiene algunas
semejanzas. Después de la construcción del castillo el pueblo cambió su antiguo
nombre de Velosillo por el de Villafuerte.
Los habitantes de Villafuerte, sometidos a duras
obligaciones económicas debido a lo costoso de la obra, se enfrentaron con
Garci Franco en un largo pleito que cuestionaba la legitimidad de su señorío.
Tras su muerte en 1486, su esposa lega a su hijo Antonio Franco las propiedades
en Villafuerte y en Valladolid, pero los problemas económicos se agudizan y la
fortaleza queda inconclusa. En 1515 el heredero de Antonio Franco fue
encarcelado y sus bienes confiscados. Cuando es puesto en libertad encabeza una
revuelta en Valladolid contra el Cardenal Cisneros por lo que será desterrado,
refugiándose en Villafuerte donde reafirma su condición de señor y coloca su
escudo en lo alto de la torre del homenaje.
Es una construcción gótica del siglo XV, y uno de los
ejemplos más típicos de lo que se ha dado en llamar como Escuela de Valladolid.
La fortaleza está protegida por una barbacana, que tiene en sus ángulos cubos
cilíndricos con matacanes y almenas. El patio de armas se siente dominado por
la esbelta Torre del homenaje, de planta cuadrada, con atalayeras en sus
esquinas. Se conservan ventanas con rejas de tracería cuadriculada. La Torre
del homenaje tiene dos cámaras abovedadas. A la azotea se accede por una
escalera de caracol. En las esquinas tiene cuatro torretas.
Su estado actual es bastante completo, y se encuentra en
proceso de restauración. La torre del homenaje se encuentra ya restaurada y
amueblada. Se destina a museo y visitas turísticas. Es propiedad de la Asociación Española de Amigos
de los Castillos. Declarado Monumento Nacional por Decreto del 3 de junio de
1931, se encuentra bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de
22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
El castillo de Encinas de Esgueva se encuentra en la línea
defensiva del Esgueva, y tenía como misión proteger la entrada al valle.
En 1394 Diego López de Zúñiga, I señor de Béjar, compra la
villa de Encinas, en la línea defensiva del Esgueva y construye el castillo. En
1574 Francisco López de Zúñiga, IV duque de Béjar, vende las villas de Encinas
y de Canillas de Esgueva a Antonio del Río Aguilar, regidor de Segovia. Éste,
con intención de convertir el castillo en residencia familiar, abre grandes
ventanales y construye el desaparecido patio renacentista, colocando los
escudos de su familia sobre las esquinas de las torres, donde aún se conservan.
Felipe V concede el título de conde de Encinas a su descendiente, Antonio de
Aguilar y Zuazo en 1709. En 1737 se realizan obras de consolidación en el patio
y en los corredores del castillo. En 1850 era propiedad del marqués de Lorca y
a comienzos del siglo XX, Vicente del Soto Armesto lo vende a Cándido Moyano,
que desmonta las deterioradas dependencias interiores. En los años 50 del siglo
pasado es adquirido por el Ministerio de Agricultura y convertido en silo de
cereales.
El castillo actual tiene recinto interior y barbacana con
perfil en talud con un foso que se salvaría con un puente levadizo, todo ello
realizado en sillares de buena cantería y sin apenas motivos decorativos. Su
planta es cuadrada y aunque parece tener cuatro altas torres en las esquinas,
en realidad sólo son dos: una de ellas es la del homenaje en la que se abre una
ventana geminada. La puerta de ingreso es un arco ligeramente apuntado y
protegido por un matacán defensivo desde lo alto del lienzo. La barbacana
dispone de un perfil en talud para facilitar la existencia del foso. En sus
torres figuran los emblemas heráldicos de los Aguilar, Condes de Encinas y
Señores del Castillo.
Actualmente se encuentra en buen estado de conservación.
Está completo y restaurado el exterior y desmantelado el interior y no es
visitable. Es propiedad la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta
de Castilla y León y es el Ayuntamiento de la localidad quien se encarga de
gestionarlo y se encuentra bajo la protección de la Declaración genérica del
Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico
Español.
El castillo de Osma está situado en un cerro situado en la
margen izquierda del río Ucero. La estructura del castillo es de triple
recinto, si bien los dos más próximos al río prácticamente han desaparecido. En
sus muros se pueden contemplar piedras procedentes de la antigua Uxama.
Las vicisitudes militares que padeció la ciudad de Osma
desde los siglos VIII al XI hacen difícil asegurar el momento de construcción
del castillo de Osma. El castillo ya existía
en el siglo VIII, pues figuraba como una de las plazas fuertes situadas en
territorio árabe y que pasaron a los dominios del rey asturiano Alfonso I, y
probablemente tenga su origen en una pequeña fortificación restaurada por el
conde Gonzalo Tello. En el 912 se reconquista la ciudad por el rey García I,
sufriendo numerosos asedios musulmanes durante los siglos X y XI al estar
situado en uno de los lugares estratégicos de la frontera del Duero. En 1011, es
cedida por Soleyman al conde Sancho García en pago por sus servicios y es en
1088 cuando Alfonso VI inicia definitivamente su repoblación.
Fue construido en mampostería y sillarejos, apreciándose la
reutilización de sillares, columnas, cornisas y otros materiales de origen
romano, especialmente en la llamada Torre del Agua, junto al río y el puente. Consta
de tres recintos amurallados de forma irregular siguiendo la forma del cerro
sobre el que se asienta. El recinto interior conserva bastante la altura de sus
lienzos y un acceso en el lado oeste que pudo ser con arco de herradura.
Insertadas en estos lienzos hay una gran torre del homenaje, de buena sillería
en sus esquinas, y otra torre de la que arranca el segundo recinto, situadas en
los dos extremos del lienzo este. El recinto exterior, poco conservado,
desciende por la ladera del cerro hasta enlazar con la “Torre del Agua” al pie
del río.
La fortaleza califal de Gormaz, la más grande de Europa en
su clase, está situada sobre un cerro cretácico de planta alargada que puede
verse desde muchos kilómetros de distancia en la llanura soriana, se convirtió
en el origen y bastión de numerosas razias o ataques de las tropas musulmanas
sobre las tierras cristianas del norte del Duero.
Fue mandada edificar por Al-Haquem II a finales del siglo X
sobre restos anteriores, en un intento de reforzar la frontera al norte del
Duero, debilitada por el empuje repoblador de los incipientes reinos
cristianos. Fue centro militar de apoyo a Medinaceli, capital de la Frontera
Media Musulmana. Por sus excelentes condiciones de visibilidad y su situación
estratégica, controlando una de las rutas de acceso hacia el norte, su posesión
se hacía indispensable para mantener las importantes plazas de esta zona.
En el 975 el conde Garci Fernández, aliado con Sancho de
Pamplona y Ramiro III de León, es incapaz de tomar el castillo tras un largo
asedio y sufre una humillante derrota al ser atacado por el ejército de Galib
que llegó al rescate. Entre 978 y 981 consigue apoderarse de Gormaz, que
volverá a recuperar Almanzor en 983. Hubo que esperar hasta 1060 para que fuera
recuperada por los cristianos como consecuencia de la expedición de Fernando I,
esta vez de forma definitiva. Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid, recibe la villa de
Gormaz en 1087. Han sido señores de Gormaz doña Berenguela, el obispado de
Osma, Juan Hurtado de Mendoza (1395) y los marqueses de Camarasa. Con los Reyes
Católicos pierde su carácter militar y
pasa a ser utilizada como cárcel hasta su abandono definitivo.
La fortaleza, realizada casi en su totalidad de sillares
labrados, cuenta con dos zonas diferenciadas y separadas por un foso, hoy
cubierto: el alcázar y el recinto amurallado. En el Alcázar encontraremos
la torre de Almanzor del siglo X, la
sala de armas y la Torre del Homenaje, con aparejo califal y ménsulas califales
reutilizadas, y que hace de puerta de entrada al alcázar, una poterna califal
hacia el norte y los restos de un aljibe. En total son siete las torres que hay
en esta parte de la fortaleza.
El recinto amurallado tiene un perímetro de casi un
kilómetro y forma alargada, con una longitud cercana a los 370 m. Las murallas
se refuerzan con 28 torres, la mayoría de las cuales sobresalen del lienzo, son
macizas con terraza en su parte superior, almenadas y con estrechas ventanas
-saeteras- para defender los paramentos. Los muros son de sillería a soga y
tizón, sobre todo en la parte inferior, siendo el resto de sillarejo.
Originalmente se accedía al recinto a través de la puerta califal y de la
desaparecida puerta en codo, ambas en el muro sur, existiendo otras dos
entradas menores o potermas.
El Alcázar constituye el último reducto defensivo del castillo,
es el lugar de alojamiento del gobernador militar y personas notables,
cumpliendo además funciones administrativas. Se asienta sobre los restos del
primer recinto árabe, modificado casi en su totalidad en los siglos posteriores
tras la toma definitiva por parte de las tropas castellanas. Dispone de un gran
aljibe de aprovisionamiento de agua y una pequeña puerta o poterna, destinada a
salidas discretas, en el muro norte, reforzando su carácter autónomo del resto
de la fortaleza. Algunos restos de muros arrasados en el lado norte, junto a la
torre de Almanzor, parecen evidenciar la existencia de un palacio de tipo
califal.
La torre del homenaje es la de acceso al alcázar y fue
reconstruida en el siglo XIV. Es de estilo mudéjar y tiene puerta doble en codo
para dificultar la entrada, obligando a realizar un quiebro. Está protegida por
un muro transversal con un foso seco delante. Conserva en la parte superior
tres ménsulas dobles de arte islámico rematadas en modillones de rollos, que
sustentaron una ladronera para defender la puerta. Dividida en tres plantas y
terraza superior, está conectada con la torre de Almanzor, en frente, por una
galería que discurre por el interior del muro de cerramiento del Alcázar.
Declarado Monumento Nacional en 1931, fue restaurado
recientemente y la entrada es gratuita.
Conocido como de La Recompensa, es un castillo
fundamentalmente fronterizo y de gran importancia estratégica en las luchas que
enfrentaron a aragoneses y castellanos por la determinación frontera entre
ambos reinos hasta el siglo XV.
El origen de Monteagudo hay que buscarlo a través de la
necrópolis de una población celtibérica del siglo III. No se tiene noticia de su papel durante la
reconquista y ya en la Edad Media, en 1263, el Rey Alfonso X otorga, junto a
Deza, el fuero extenso basado en el que
ya Alfonso VIII otorgara a Soria tiempo atrás. El sobrenombre de las Vicarías,
en plural, procede del hecho de que
Monteagudo fue jurisdicción real, junto con Serón de Nágima, en las que el Rey
designaba un vicario de su confianza, hasta el año 1288 en que pasó al obispado
de Osma junto con sus aldeas. En 1291 se realiza aquí la entrevista entre Jaime
II de Aragón y Sancho IV el Bravo de Castilla, con el fin de firmar la paz tras
las guerras por la sucesión de los Cerda, en la que Jaime II se compromete en
matrimonio con la hermana del rey castellano, boda que nunca se llegó a
realizar tras la muerte de éste.
El castillo lo mandó edificar Lo mandó edificar Juan Hurtado
de Mendoza en la primera mitad del siglo XV, sobre otro castillo anterior. Es
de estilo gótico-renacentista y jugó un importante papel estratégico en las
luchas que enfrentaron aragoneses y castellanos por el control de la frontera
entre ambos reinos. En el transcurso de
la guerra el rey Pedro I el Cruel tomó la villa y el castillo. Cuando murió el
rey a manos de su hermanastro, éste concedió la villa y otras siete más al
caballero francés que le ayudó en el fratricidio real: Beltrán de Duguesclin.
El cuarto conde de Monteagudo, Don Francisco Hurtado de Mendoza, cuyo escudo de
armas se encuentra situado en la entrada principal, trajo de Alemania muchas
reliquias, entre las que destaca un pedazo del Lignum Crucis. Las mandó conservar
y proteger en la cercana Iglesia de San Miguel de Almazán.
Fue construido en mampostería y se caracteriza por sus
macizas torres octogonales en los ángulos. Dos de ellas son más grandes y altas
que el resto y dominan la comarca. Además, tiene dos puertas de acceso hundidas
con respecto al resto; una de ellas está situada al exterior de la villa. Todo
el conjunto se encuentra rodeado de grandes ventanas. La esbelta torre del
homenaje domina y preside el conjunto. Tiene planta octogonal y se encuentra provista
de todo un atalaje guerrero y señorial: ventanas en ajimez, saeteras rasgadas,
robustos muros de mampostería y amplia nave. Está rematada en una terraza
voladiza con almenas. Tiene un patio interior rodeado de una doble galería de
arcos de estilo renacentista de mediados del siglo XVI. Su fachada oculta una
vieja casa adosada que es preciso destruir. El interior se ha restaurado casi
en su totalidad, conservando su estructura primitiva de arcos, puertas y
ventanas.
Tanto el interior como el exterior se encuentran bien
conservados y se está habilitando para albergar un futuro centro cultural y un
museo. Es propiedad del Ayuntamiento de Monteagudo de las Vicarías y el acceso
es libre previa solicitud. Está bajo la protección de la Declaración genérica del
Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico
Español.
Es uno de los castillos de Soria mejor conservados. El
topónimo Almenar, de origen árabe referido a construcciones militares, tiene el
significado de lugar elevado desde el que se podía vigilar y hacer señales,
torre de señales, y probablemente hace referencia a una torre árabe hoy
desaparecida sobre la que se asentaría el castillo.
La primera noticia del castillo se tiene por la leyenda de
los Infantes de Lara. En 1430 Juan II de Castilla concede el señorío de Almenar
a Hernán Bravo de Lagunas, casado con doña Catalina Rodríguez de San Clemente.
A su muerte en 1443 le sucede su hijo don Hernán Bravo, y posteriormente doña
Juana Bravo, casada con Jorge de Beteta y que muere sin herederos en 1481. La
propiedad pasa entonces a su tía doña Beatriz Bravo de Lagunas, casada con el
regidor de Soria don Juan de Saravia. De esta época deben ser los escudos de
armas de los Bravo y Salcedo que se aprecian en el castillo. Posteriormente los
Bravo de Saravia emparentan con los Ríos. En el siglo XVIII es abandonado.
Antigua propiedad del conde de Gómara, fue cuartel de la Guardia Civil y cuna
de Leonor, esposa de Antonio Machado.
Consta de dos recintos de planta cuadrada, con torres
redondas en los ángulos, salas palaciegas y un pozo en su interior, y rodeado por un foso con puente de acceso de
doble arco. La torre del homenaje, posteriormente demolida y de la que sólo
queda en pie uno de sus muros, se situaba en uno de los ángulos del recinto
interior. Esta torre es lo más antiguo del conjunto, aproximadamente del siglo
X. De mediados del siglo XV es el recinto interior, el actual acceso con
matacanes, la parte inferior de los muros con troneras en forma de cerradura
invertida y las almenas puntiagudas. De finales del siglo XV o inicios del XVI
son las transformaciones sufridas en la parte superior de las torres con
buzones cuadrados y partes del adarve alterado, donde el parapeto utiliza
almenas anchas y huecos estrechos. El acceso original está cerrado y es visible
aún a la derecha de una de las torres de los ángulos, siendo actualmente por
una puerta al N. del castillo, originalmente con un puente levadizo, hoy
sustituido por uno de dos arcos, que salva el foso artificial.
Declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de
Castillo en 1949. Es de propiedad particular y se utiliza como vivienda.
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